Publicado el 25 de julio de 2020 en El Universal y en el Siglo de Torreón.
La entrada en vigor del nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canada, conocido como T-MEC, abre un nuevo capítulo en la integración económica de América del Norte. Este renovado tratado se une a otros negociados o actualizados en últimos años por el gobierno mexicano para sostener y mejorar la posición y competitividad del país en el comercio global. Además de la actualización del acuerdo comercial entre México y la Unión Europea, nuestro país fue también uno de los primeros en ratificar el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés). Este último busca, entre otras cosas, integrar de manera más profunda ambas costas del Océano Pacífico, aprovechando la consolidación de Asia del Este como el nuevo polo de desarrollo en la economía mundial. Liderado por las autoridades de Japón y Australia, luego de la retirada de Estados Unidos bajo el mando de Trump, el nuevo acuerdo busca convertirse en una alternativa a la multiplicidad de acuerdos comerciales asiáticos de baja profundidad y poco alcance. Al incorporarse a este acuerdo, la economía mexicana tiene ahora oportunidades de acceso a un mayor número de mercados en la región de Asia Pacífico, después de que originalmente solo mantenía un tratado de asociación económica con Japón, en vigor desde 2005.
En estos quince años del acuerdo comercial con Japón, nuestro país se ha convertido en uno de los principales proveedores en América Latina de bienes y servicios al mercado japonés. La capacidad de los negociadores mexicanos fue reconocida internacionalmente, al ser el primer país en el mundo al que el gobierno nipón abrió importantes sectores de su altamente protegido sector agrícola. En ese sentido, los productores de frutas, legumbres y carne en México se han visto beneficiados por este acceso privilegiado a la tercera economía del mundo. A pesar de que la balanza comercial entre ambos países sigue siendo desfavorable para el lado mexicano, es posible imaginar que sin la existencia de este tratado bilateral el déficit sería todavía más pronunciado y totalmente desfavorable para todos los sectores de la economía de nuestro país.
De igual manera, aunque los acuerdos de México con otras regiones fuera de Norteamérica no han podido cambiar la dependencia que tienen nuestros empresarios del mercado estadounidense, sí han servido para incrementar la inversión extranjera directa (IED) que proviene de esos países. En la actualidad, los principales inversionistas extranjeros en México provienen de países con los que tenemos tratados de libre comercio, siendo nuevamente Japón la principal fuente de inversiones provenientes de Asia. La mayor parte de esas inversiones buscan instalarse en México para mejorar su competitividad en el mercado norteamericano, utilizando a nuestro país como una plataforma de exportación hacia Estados Unidos. Es entonces posible esperar que las inversiones en diferentes sectores mexicanos, provenientes de empresas localizadas en otros países miembros del CPTPP, como Singapur y Australia, se incrementen tras la implementación del T-MEC.
Por esa razón, es recomendable que las autoridades en México busquen coordinar esfuerzos con otros miembros del CPTPP para la futura expansión de esta asociación. La contemplación de incluir nuevos miembros al tratado debe ser pensada como una forma de atraer mayor IED, apoyar la creación de empleos formales y fortalecer las nacientes cadenas de suministro en diversos sectores industriales de México. Entre los principales candidatos que pueden contribuir con esas metas se encuentran economías como la de los llamados tigres asiáticos, Corea del Sur y Taiwán. Como potencias mundiales en la creación de ciertos bienes tecnológicos, la inclusión de estos mercados al tratado comercial puede también servir como una oportunidad para que nuestro país comparta experiencias de desarrollo y explore nuevas formas para agregar más valor a nuestras exportaciones y poder escapar de la llamada trampa del ingreso medio (middle-income trap).
Para el caso específico de Taiwán, que es el lugar donde actualmente radico y trabajo, es notable conocer el gran número de empresas interesadas en invertir en México, especialmente en sectores manufactureros de bienes tecnológicos, como computadoras y celulares. Varias de las más de 300 firmas taiwanesas que han invertido en nuestro país en las últimas dos décadas son proveedoras de grandes marcas estadounidenses, tan diversas como Nike, Apple y Tesla. Por ello, es deseable que el gobierno en México pueda explorar esas conexiones, y buscar que más empresas mexicanas logren incorporarse a estas cadenas transpacíficas de suministro. De igual manera, en otro rubro importante que puede traer beneficios a productores mexicanos, la apertura del sector agrícola en Taiwán y otras economías de Asia Pacífico puede emular a la ocurrida en Japón.
Basta recorrer los supermercados en Taipéi para percatarse que en los últimos años ha incrementado considerablemente el consumo de aguacate Hass, el que llega a venderse a un precio promedio de entre dos y tres dólares estadounidenses la pieza. No obstante, la gran mayoría se anuncia como proveniente de California, y es prácticamente imposible encontrar aguacate de Michoacán, cuya calidad y precio son altamente reconocidos alrededor del mundo. Otro ejemplo en el sector agropecuario es el mercado cárnico, en el que la empresa SuKarne, con sede en Sinaloa, se ha posicionado como un importante exportador para algunos sectores del mercado taiwanés a través de su unidad ganadera integral ubicada en Nicaragua.
Así pues, estos casos representan una de las muchas oportunidades que pueden ser percibidas por los negociadores mexicanos a través de la eventual participación de Taiwán en el CPTPP en su objetivo de incrementar los vínculos comerciales con las diferentes economías de Asia Pacífico. La necesidad de equilibrar nuestra balanza comercial con la mayor parte de economías asiáticas, incluido Taiwán, debe movernos a establecer políticas claras y a largo plazo, que además de atraer mayores inversiones, puedan también incrementar la productividad y competitividad de las empresas mexicanas. Ello puede contribuir a recomponer las políticas iniciadas tres décadas atrás, para consolidar a México como una economía altamente competitiva, integrada no solo a Norteamérica, sino con una recuperación de su histórica orientación y vocación hacia el Pacífico.
https://www.eluniversal.com.mx/opinion/fabricio-fonseca/el-nuevo-t-mec-y-la-expansion-del-cptpp
https://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/1724899.el-nuevo-t-mec-y-la-expansion-del-cptpp.html