Por Jaushieh Joseph WU,
Ministro de Relaciones Exteriores de la República de China (Taiwán)
La invasión rusa de Ucrania es un recordatorio de lo poco que les importa a las autocracias causar muerte y destrucción. La guerra es una grave violación de los derechos humanos y del principio de arreglo pacífico de controversias internacionales estipulado en la Carta de las Naciones Unidas, que ha contribuido a preservar el orden internacional basado en reglas y a mantener el mundo en relative paz desde el final de la Guerra Fría.
Las consecuencias humanitarias y económicas de la guerra han demostrado que, en un mundo globabalizado, las crisis no pueden contenerse dentro de las fronteras nacionales. Por lo tanto, es imperativo disuadir de que se produzcan amenazas similares contra la seguridad mundial en otros lugares y evitar un efecto dominó. Taiwán —una democracia donde viven más de 23 millones de personas y a la que me enorgullece representar— continúa enfrentándose a enormes desafíos planteados por China.
Desde mediados del siglo XX, la República Popular China (RPCh), a pesar de no haber gobernado nunca Taiwán, ha jurado tomar el control de Taiwán y se ha negado a renunciar al uso de la fuerza. Durante décadas, el pueblo de Taiwán ha hecho esfuerzos para salvaguardar el statu quo de paz y estabilidad en el Estrecho de Taiwán. El ascenso del poder económico y militar ha hecho que China sea cada vez más agresiva para tratar de intimidar a Taiwán con amenazas militares. Esto incluye enviar aviones y buques de guerra que cruzan la línea media divisoria de las aguas del Estrecho de Taiwán, invadiendo nuestras zonas de identificación de defensa aérea. También ha intensificado las tácticas de la zona gris, tales como la desinformación y la coacción económica, en un intento de desgastar nuestra voluntad para defendernos.
El expansionismo de la RPCh no se detiene en Taiwán. China utiliza las actividades de las zonas grises de los mares de China Oriental y Meridional para ampliar su poder en la región y justificar sus reclamaciones territoriales opresivas. Además de firmar un acuerdo de seguridad con las Islas Salomón en el Pacífico Sur, la RPCh ha estado asegurando puertos para su futuro uso militar en el Océano Índico.
Garantizar la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán es en beneficio global. La mitad del tráfico de contenedores comerciales del mundo atraviesa el Estrecho de Taiwán cada día. Taiwán fabrica la mayoría de los semiconductores del mundo y desempeña un papel clave en las cadenas mundiales de suministro. Por tanto, cualquier conflicto que se produjera en esta zona tendría consecuencias desastrosas para la economía mundial.
En los últimos años, diversos foros bilaterales y multilaterales han insistido repetidamente en que la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán son indispensables para la seguridad mundial. Estemos todos de acuerdo en que se debe evitar una guerra y la mejor forma de hacerlo require inclusión, diálogo y, sobre todo, unidad.